29/04/2024 - El documental de Helen Lõhmus y Leana Jalukse se centra en los abusos que sufrió la joven esquiadora acrobática estonia Kelly Sildaru, entrenada sin piedad por su padre

El documental Kelly – Someone Else’s Dream, de Helen Lõhmus y Leana Jalukse, que se ha estrenado a nivel mundial en la sección —del EFP— The Changing Face of Europe del Hot Docs de este año, nos da a conocer una poderosa —y muy dolorosa— historia de abusos mentales, que constituyen un tema que sigue siendo tabú, tanto en Estonia como en muchas otras partes del mundo.

El dúo de cineastas estonias pone el foco en la joven esquiadora estonia de estilo libre Kelly Sildaru, que solo tenía 13 años cuando ganó la medalla de oro en los Winter X Games de 2016. La prodigio y su entrenador sin formación (su padre, Tõnis Sildaru) se convirtieron rápidamente en una sensación mediática, ya que la joven no hacía más que batir y establecer un récord tras otro.

En el mundo del esquí de estilo libre, todos quedan boquiabiertos ante los logros sin precedentes de Kelly. Pero lo que no saben es que hay una horrible historia detrás de todo este éxito, la historia de una niña obligada a perseguir el sueño de su padre, un hombre impulsado en última instancia por la codicia, la crueldad y la frustración.

Una yuxtaposición bien ensamblada de entrevistas, imágenes de archivo y secuencias animadas nos guían a través de la odisea de Kelly. En particular, son las secuencias animadas las que marcan eficazmente el ritmo de la escalada de conflictos entre el padre y su hija, que se acaban convirtiendo en heridas no propensas a cerrarse. El primer punto de inflexión se produce cuando, antes de la primera participación olímpica de Kelly, la atleta se lesiona gravemente. Para muchos, aquí es donde se hace evidente que el accidente fue provocado por la insaciable sed de victoria y la falta de formación de su padre.

En una de las escenas más desgarradoras, escuchamos una conversación telefónica entre Sildaru y su hija. El hombre grita cosas indescriptibles a su vástago y descarga injustamente toda su ira y odio contra ella. Lo primero que se le pasa por la cabeza a los espectadores es que, a partir de ese momento, las cosas no harán más que empeorar, y eso es literalmente lo que ocurre.

Con la ayuda de su madre, Kelly decide abrirse y sincerarse acerca de su traumática experiencia. Entre los testigos de la pesadilla de la chica se encuentra también su mánager, Michael Spencer, que desempeña un papel clave a lo largo de todo el relato.

Además, la presencia de deportistas olímpicas como Keri Herman, Sarah Höfflin o Marie Martinod, así como de atletas como Kristi Leskinen, Oliver Treufeldt o Riho Laast-Laas, brinda a las directoras la oportunidad de realizar una profunda reflexión sobre la relación entre los niños y el deporte, y sobre cómo la dinámica de la industria prohíbe básicamente todas las cosas que hacen que la gente se enamore de esta práctica en primer lugar, como la diversión, la amistad, la inclusividad y el bienestar físico y mental.

En conjunto, Lõhmus y Jalukse consiguen elaborar un documental de ritmo rápido que mantiene enganchado al público sin necesidad de hacer uso de trampas retóricas. La ausencia de entrevistas recientes con el padre de la protagonista se explica también por su negativa a reunirse con las dos cineastas.

El cierre del arco narrativo hace balance de las pruebas y tribulaciones de Kelly, pero también transmite un mensaje edificante de esperanza y empoderamiento con el que se insta a la gente a romper su silencio y pedir ayuda.

Kelly – Someone Else’s Dream es una coproducción entre la estonia Oreé Films y la francesa PVS Company. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de la austriaca Autlook Filmsales.

(Traducción del inglés)